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En 1866, la Revuelta de los Sargentos de San Gil, un pronunciamiento liderado por el General Joan Prim, intentó destronar a Isabel II, y aunque fracasó, despertaría una etapa de descontento con la monarquía. En Agosto, se firmó el Pacto de Ostende que tendría como objetivo principal desalojar a la reina y democratizar el sistema, este lo habrían firmado entre demócratas y progresistas.
La Revolución Gloriosa de 1868, inicia un período que se conoce como Sexenio Revolucionario, donde se intenta democratizar las estructuras políticas y sociales del país. Se empezó con la reclamación de abdicación de la reina Isabel II. Así, el 19 de Septiembre de 1868, el almirante Juan Bautista Topete se alzó primero, entonces los insurrectos se proclamaron contra la monarquía y el Gobierno. Los siguen en la idea de que la reina debe abandonar el país muchas unidades del ejército y la población civil, que están hartos de la corrupción. En poco tiempo esta idea se extiende por toda la Península, y se viven movimientos de masas que exigen el fin de la dinastía de los Borbones.
El 28 de Septiembre tiene lugar la batalla de Alcolea, en la cual las divisiones revolucionarias se dirigen hacia Madrid donde las intercepta un cuerpo del ejército monárquico al que derrotan fácilmente. Por lo tanto, la monarca no cuenta con ningún apoyo y se ve en la necesidad de exiliarse a Francia. Así, finalizó el reinado de Isabel II en el año 1868 después de haber gobernado desde la década de 1830.
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El malestar general de la población se llevaba manifestando desde el comienzo de la época de 1860, debido principalmente a su manera autárquica puesto que prefería el Partido Moderado frente al Partido Progresista, el cual ignoró. Esto rompía con los pactos de rotación del sistema de rotación de partidos al poder que estaba establecido en la casa real. Añadiendo además la etapa de crisis económica que potenció este malestar en la población.
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